La restauración de los sistemas hidrosociales en los bordes sur y norte de Bogotá, Colombia
Se considera Bogotá, la capital de Colombia, el metropolis urbano más desarrollado del país. Desde los 1970s el crecimiento urbano acelera a gran velocidad debido a la masiva migración rural-urbana y el desplazamiento forzado. La consecuente expansión urbana ha impactado drásticamente a los ecosistemas estratégicos, las áreas protegidas y las tierras agrícolas de las que los ciudadanos dependen para su sustento y su bienestar.
Debido a la configuración geográfica de Bogotá, este crecimiento imprevisto ha impactado principalmente a los límites sur y norte de la ciudad. Los dos bordes periurbanos se caracterizan por dos ecosistemas importantes que tienen una función estratégica para la regulación del agua: el bosque altoandino y los humedales de los terrenos inundables. Sin embargo, la expansión de los asentamientos, la minería y la contaminación de los cuerpos de agua circundantes han favorecido a la degradación de estos ecosistemas y sus servicios.
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Es en la frontera sur y norte de la ciudad, cada una caracterizada por condiciones socio-ecológicas distintas, donde se desarrolla Bogotá Life-Lab como parte del proyecto Horizonte 2020 CONEXUS.
El piloto establecido en el borde sur se sitúa en el distrito rural de Usme, en el pueblo de La Requilina. Esta zona está servida por el arroyo Amoladero-Fucha, en la cuenca media del río Tunjuelo, donde el acueducto Aguas Doradas proporciona servicios ecosistémicos esenciales relacionados con el agua a los habitantes rurales (por ejemplo, agua potable, almacenamiento, saneamiento, riego, etc.).
El piloto en el borde norte urbano-rural del Norte se ubica en el distrito de Suba, a lo largo del humedal de La Conejera, servido por el arroyo La Salitrosa y parte de la cuenca media del río Bogotá. Tras décadas de deterioro ambiental, el humedal La Conejera fue declarado Parque Ecológico Distrital de Humedales (PEDH) en 1994. Hoy, tras experimentar una impresionante recuperación, presume de un entorno ambiental emblemático y de una fauna y flora de gran biodiversidad.
Ambas intervenciones piloto consisten en poner a prueba la creación conjunta de “estructuras hidrosociales” en estas zonas fronterizas, caracterizadas por asentamientos rurales y periurbanos (tanto formales como informales) vinculados a la red urbana, a actividades agrícolas y a ecosistemas estratégicos de bosques y arroyos ribereños.
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Bogotá Life-Lab se centra en los desafíos a los que se enfrentan las zonas de transición urbana-rural en los bordes del sur y del norte de la ciudad, cuyos asentamientos y ecosistemas estratégicos han sufrido impactos negativos de los procesos de expansión urbana. Estos territorios abordan varios retos relacionados con la informalidad y la urbanización no planificada, como los conflictos sobre el uso del suelo, riesgos socioambientales procedentes de la topografía local (p.ej la expansión de los asentamientos en las laderas de montañas y ríos) y la degradación medioambiental. Como resultado, el bienestar y el sustento de las comunidades habitantes se ven perjudicados. El acceso limitado a los bienes y servicios como el agua, la comida, la gestión de residuos, el espacio público, el transporte y la salud, junto con los impactos directos negativos del daño a los ecosistemas periféricos (p.ej la contaminación del suelo y el agua, la pérdida de tierras agrícolas o protegidas) son solo unos de los problemas en riesgo.
El objetivo principal del Life-Lab es diseñar colaborativamente soluciones basadas en la naturaleza (SbN) para restaurar, rehabilitar y promocionar la gestión adaptativa de los sistemas hidrosociales presentes en los territorios periurbanos y, al hacer eso, hacer frente a las consecuencias de la expansión urbana, al tiempo que se incrementa la provisión de servicios ecosistémicos, la resiliencia al cambio climático y se garantiza una distribución justa y equitativa de los beneficios de la naturaleza.
De hecho, la particular configuración socioambiental de dichos territorios ofrece oportunidades trascendentales para integrar la SbN en modelos más sostenibles de desarrollo urbano, en consonancia con las prioridades y ambiciones de la ciudad para el bien público y de la naturaleza (por ejemplo, el “Plan de Desarrollo Distrital 2020-2024” y la “Política pública para la gestión de la conservación de la biodiversidad en el distrito capital 2022-2038”).
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Ambos pilotos de CONEXUS consisten en implementar acciones de restauración y actividades de fortalecimiento de capacidades para proteger el territorio hidrológico y al mismo tiempo fortalecer la “apropiación social” de NbS por parte de los pobladores directamente relacionados con ecosistemas estratégicos: el Bosque Alto Andino en el sur, y los humedales urbanos y el Bosque Alto Andino en el norte. Las acciones piloto han sido priorizadas y decididas con la comunidad.
El piloto del Borde Sur apoya la rehabilitación y protección de las fuentes hídricas que aportan agua al acueducto de Aguas Doradas.Las intervenciones elegidas por NbS incluyen la plantación de especies arbóreas autóctonas en una escuela local y (posiblemente) en fincas rústicas de la zona, así como procesos de colaboración para codefinir metodologías y crear capacidades mediante una serie de talleres sobre temas sociales y medioambientales de interés para las comunidades locales. A través de diversas intervenciones, el proyecto piloto Borde Sur pretende sanar la relación de interdependencia entre los ecosistemas hidrológicos y las comunidades locales (urbanas y rurales), consolidando las zonas rurales para evitar la expansión urbana.
El piloto del Borde Norte consiste en la recuperación de las condiciones físicas, ecológicas y paisajísticas del humedal de Conejera. Aquí, el Jardín Botánico de Bogotá lidera un grupo de reflexión medioambiental para capacitar a las comunidades locales ofreciendo talleres y actividades experimentales como competiciones entre especies autóctonas e invasoras para ayudar a la restauración ecológica.También se está llevando a cabo un experimento de polinización con especies autóctonas por parte de alumnos de la escuela local. Un próximo paso podría ser la creación conjunta de un espacio gestionado por el Jardín Botánico, dedicado al intercambio de conocimientos y a la observación de la naturaleza dentro del humedal. A través de estas actividades, el proyecto piloto Borde Norte apoya la protección de la biodiversidad local (flora y fauna), la mejora de los servicios ecosistémicos del humedal y su valor como bien público y patrimonio sociocultural. También contribuye a consolidar la zona para evitar una mayor expansión urbana.
Este trabajo se basa en proyectos anteriores de la municipalidad de promover las redes socioecológicas por medio de la implementación de las Estructuras Ecológicas Principales (EEP).
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La restauración, rehabilitación y gestión adaptativa de ecosistemas reguladores del agua y sus estructuras hidrosociales.
Mejor biodiversidad
Mejor seguridad de agua en las comunidades (acceso a agua suficiente y de calidad)
El aumento de la disponibilidad de espacios públicas y de oportunidades de ocio y turismo
La valorización del patrimonio sociocultural y natural de los territorios fronterizos
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Los dos proyectos piloto reflejan las prioridades identificadas mediante un proceso de colaboración entre las comunidades locales, las instituciones académicas y los organismos gubernamentales, en consonancia con las directrices de las políticas públicas de Bogotá, a través del enfoque del «Living-Lab». Como ejercicios de co-creación, los pilotos pueden ser vistos como un banco de pruebas para replicar las acciones de NbS a nivel local, regional y nacional para identificar soluciones holísticas, participativas y participativas a los acuciantes problemas socio-ambientales que afectan al gran distrito capital y al territorio colombiano.
Lecciones aprendidas
Involucrar a las comunidades en la toma de decisiones sobre las intervenciones de SBN que se llevan a cabo en sus territorios exige más tiempo y energía que los enfoques descendentes; sin embargo, es clave para reforzar el sentimiento de propiedad de la comunidad y aumentar la probabilidad de alcanzar los objetivos fijados.
Las SBN pueden contribuir a las transiciones periurbanas ayudando a consolidar la relación entre la naturaleza y los seres humanos, lo que puede evitar la nociva expansión urbana y conducir así a formas de urbanización más sostenibles.
Es importante reconocer e integrar los procesos que ya están liderando las comunidades locales en los territorios de intervención, así como sus propias narrativas respecto a las SBN.