Medellín, como muchas otras ciudades, se enfrenta al aumento de las temperaturas, agravado por el efecto isla de calor urbano - el concreto y el asfalto absorben la energía del sol, la irradian en forma de calor y mantienen el calor mucho después del atardecer. Pero no tiene que ser así, como demuestra Medellín al adoptar soluciones basadas en la naturaleza. 

Con el proyecto Corredores Verdes, que ganó el Ashden Award para el Enfriamiento por Naturaleza, apoyado por el Kigali Cooling Efficiency Program y en colaboración con Sustainable Energy for All, la Alcaldía de Medellín transformó 18 carreteras y 12 canales en un paraíso verde que reduce el impacto del efecto isla de calor.

El proyecto Corredores Verdes protege a los ciclistas y los peatones contra el sol, reduce la temperatura en las zonas urbanizadas y limpia el aire a lo largo de las carreteras más transitadas. Las autoridades municipales han mejorado el medio ambiente de la ciudad creando corredores verdes - zonas con vegetación densa - a lo largo de 18 carreteras y 12 canales. Los jardines botánicos de la ciudad enseñan a las personas de entornos desfavorecidos para que se conviertan en jardineros urbanos y técnicos de plantas. han descendido dos o tres grados centígrados en algunos lugares, y se esperan descensos mayores en el futuro. 

La eficacia de esta estrategia está bien documentada. Los parques urbanos pueden reducir la temperatura ambiente diurna en aproximadamente 1°C. Milán, que sufrió de apagones debido a la demanda de aire condicionado durante una ola de calor, planea sembrar tres millones de árboles antes de 2050 para reducir el efecto isla de calor y aumentar la calidad del aire. Mientras tanto, los techos verdes pueden bajar el uso de la energía un 10-15%. En ciudades como Atenas, está demostrado que pueden reducir en un 66 % las elevadas cargas de enfriamiento de los edificios. Se crea el enfriamiento con más sombras, reducciones en el calor irradiado por superficies sólidas como carreteras y la evaporación del agua de las plantas. 

Desde el inicio del proyecto, los jardines botánicos han formado 75 jardineros nuevos. Esto ha ayudado a las personas más vulnerables, que han sido desplazadas por el conflicto o que provienen de comunidades rurales pobres, a encontrar trabajo. El programa de aprendizaje les proporciona formación en el lugar de trabajo, además de un certificado.